Porqué forjamos espadas?

Las espadas están aquí, dentro de nosotros.

Nos son tan propias como la sangre que corrió por sus filos.

Están en nuestra “humanidad”, metidas en nuestro acervo cultural, apiñadas de a montones por la herencia, descriptas en las leyendas y repartidas por la historia. Transmitidas de generación en generación a través de canciones, la poesía, la narrativa y el teatro. Se colaron sin problemas hacia expresiones artísticas más modernas como el cómic o los videojuegos.

Las encontramos en el puño de héroes de mármol y bronce de las plazas y también armando el brazo de villanos, piratas, en los naipes y en la Biblia. Trascendieron la dimensión de arma blanca obsoleta y mutaron hacia el símbolo, el emblema. Ayudaron a hacer visible lo que no tiene imagen, ya sea en la mano de una mujer con los ojos vendados y una balanza o colgada de un único pelo de crin de caballo sobre la cabeza de Damocles. Se hicieron mágicas y también adquirieron Poder.

“La espada... ¿sabe vuesa merced lo que es la espada? Con ella enderezamos entuertos,  castigamos sinrazones, levantamos caídos, remediamos desdichas y desfacemos agravios.” (Montalvo, Juan: Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, 1895)

 “La larga espada del gigantesco Tark salió de su vaina, y Thuvia a mi lado, se encogió de espanto…”(Burroughs, Edgar R.: Dioses de Marte, 1913)

 “Empuñar a Lady Vivamus y sentir su avidez por pinchar me infundía valor en un lugar en el que me dominaba el miedo…” (Heinlein, R.: Ruta de gloria, 1963)

 “Athos, herido de nuevo por Cahusac, palidecía a ojos vistas, pero no retrocedía un ápice: se había limitado a cambiar de mano su espada, y ahora se batía con la izquierda…” (Dumas, Alejandro: Los mosqueteros del rey y los guardias del señor cardenal, 1844)

 “El miedo corta más que las espadas.” (Personaje Syrio Forel, primera espada de Braavos entrenando a aconsejando a  Arya Stark, en Martin, George R. R.: Juegos de Tronos,  1996)

“Hay una bestia en cada hombre que se despierta cuando pones una espada en su mano.” (Personaje Jorah Mormont en Martin, George R. R.: Juegos de Tronos,  1996)

“—Es inútil cargarse con diez espadas. Más vale llevarse una sola, y buena, y saberla usar.” (Wood, Robin: Nippur de Lagash, 1973)

“—Ved esta espada sangrienta, ved sudoroso el caballo, es así como se vence a los moros en el campo.” (Cantar de Mio Cid, 1200)

“Impresionante… ¡Muy impresionante! Controlas tu miedo, Obi-Wan te ha instruido bien.” (Darth Vader a Luke Skywalker, durante el duelo de sables de luz del film STAR WARS, episodio V, El Imperio Contrataca, 1980

 “Atacaré con mi espada Durandarte y vos, compañero, atacaréis con Altaclara. ¡Las hemos llevado por tantos lugares! ¡Hemos acabado tantas batallas con ellas!  No será cantada una mala canción.” (El Cantar de Roldán, 1100)

 “Sentí que por las costillas

“un sable me hacía cosquillas

“Y la sangre se me heló

“dende ese memento yo

“me salí de mis casillas.”

(Hernández, José: El gaucho Martín Fierro, 1872)

“Quien mata de lejos es peor que los otros hombres, porque ignora la cólera, y el odio, y la venganza, y la pasión terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero también ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no sabe lo que pierde.” (Personaje Alatriste en Pérez-Reverte, Arturo: El sol de Breda, 1998)

Obviamente que esta lista es acotada, ya que podría extenderse llenando cientos de hojas. Sin embargo, sirve para ilustrar en cierto modo cómo llegamos a forjar espadas y a volcar parte de nuestro trabajo en este Blog.


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